Poems, Imitations & Translations

Tuesday

31 Days (21)




Augusto Roa Bastos
(1917-2005)

from La Excavacion



El primer desprendimiento de tierra se produjo a unos tres metros, a sus espaldas. No le pareció al principio nada alarmante. Sería solamente una veta blanda del terreno de arriba. Las tinieblas apenas se pusieron un poco más densas en el angosto agujero por el que únicamente arrastrándose sobre el vientre un hombre podía avanzar o retroceder. No podía detenerse ahora. Siguió avanzando con el plato de hojalata que le servía de perforador. La creciente humedad que iba impregnando la tosca dura lo alentaba. La barranca ya no estaría lejos; a lo sumo, unos cuatro o cinco metros, lo que representaba unos veinticinco días más de trabajo hasta el boquete liberador sobre el río.

Alternándose en turnos seguidos de cuatro horas, seis presos hacían avanzar la excavación veinte centímetros diariamente. Hubieran podido avanzar más rápido, pero la capacidad de trabajo estaba limitada por la posibilidad de desalojar la tierra en el tacho de desperdicios sin que fuera notada. Se habían abstenido de orinar en la lata que entraba y salía dos veces al día. Lo hacían en los rincones de la celda húmeda y agrietada, con lo que si bien aumentaban el hedor siniestro de la reclusión, ganaban también unos cuantos centímetros más de "bodega" para el contrabando de la tierra excavada.

La guerra civil había concluido seis meses atrás. La perforación del túnel duraba cuatro. Entre tanto, habían fallecido, por diversas causas, no del todo apacibles, diecisiete de los ochenta y nueve presos políticos que se hallaban amontonados en esa inhóspita celda, antro, retrete, ergástula pestilente, donde en tiempos de calma no habían entrado nunca más de ocho o diez presos comunes.

De los diecisiete presos que habían tenido la estúpida ocurrencia de morirse, a nueve se habían llevado distintas enfermedades contraídas antes o después de la prisión; a cuatro, los apremios urgentes de la cámara de torturas; a dos, la rauda ventosa de la tisis galopante. Otros dos se habían suicidado abriéndose las venas, uno con la púa de la hebilla del cinto; el otro, con el plato, cuyo borde afiló en la pared, y que ahora servía de herramienta para la apertura del túnel.




The first landslide took place approximately three meters behind his back. It did not seem at all alarming to him at first. It could be just a soft seam of the area above. The darkness just became a little denser in the narrow hole through which one could advance or retreat by crawling on one's belly. He could not stop now. He kept on going forward with the tin plate which served him as a shovel. The increasing moisture that as pouring from him encouraged him forward. The barrier could not be far now; at most, approximately four or five meters, which represented approximately twenty-five days more work up to the liberating hole on the river.

Alternating in turns every four hours, six prisoners were advancing the excavation twenty centimeters every day. They could have gone forward more rapidly, but their working capacity was limited by the possibility of concealing the dirt in their garbage containers without it being noticed. They had abstained from urinating in the canister that was going in and coming out twice a day. They did it in the corners of the humid and raw cell, by which means, although it increased the sinister stench of the prison, they could gain a few more centimeters of "wine cellar" for the contraband of the excavated dirt.

The civil war had concluded six months before. The digging of the tunnel had lasted four. Meanwhile, for diverse causes, not really very pleasant, seventeen of eighty nine political prisoners who were gathered in this inhospitable cell, cavern, toilet, pestilential pit, where in calmer times never had any more than eight or ten common prisoners had been enclosed, had died.

Of the seventeen prisoners who had had the bad luck to die, nine had been carried off by different illnesses contracted before or after their imprisonment; four, by the urgent pressures of the torture chamber; two, by the swift cupping glass of galloping consumption. Another two had committed suicide by opening their own veins, one with the spike of the buckle of the belt; another, with a plate, whose rim had been sharpened in the wall, the one which now was serving as a tool for the excavation of the tunnel.

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